CONEJO

 

El conejo común o conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) es una especie de mamífero lagomorfo de la

familia Leporidae, único miembro del género Oryctolagus.

Era abundante en el paleolítico, a juzgar por los restos descubiertos en la Península Ibérica.[1] En

la actualidad, su área de distribución abarca el norte de África y toda Europa hasta Rusia, siendo

introducido en muchos lugares del continente con motivos cinegéticos. A lo largo de la Historia

también ha sido llevado al estado de Washington (Estados Unidos), Chile, Sudáfrica y Australia, donde

los conejos cimarrones se han convertido en la principal plaga del país debido a la ausencia de

depredadores y competidores naturales.[2]

Etimología
El término orycto viene del griego Ορυκτό (desenterrado, fósil) y Ορύσσω (orisso, cavar), haciendo

referencia a las costumbres excavadoras características de ésta especie en estado salvaje, mientras

que el término lagus significa estrictamente liebre.[3]

Para descubrir el origen del nombre de la especie así como de su nombre común hay que remontarse hasta

algunos siglos antes de Cristo. El conejo era un animal desconocido para los griegos y romanos de la

Antigüedad que visitaron la Península Ibérica. El historiador griego Polibio (siglo II a. C.) lo

describe por primera vez:

Visto de cerca se asemeja a una liebre pequeña, mas cuando se le tiene en las manos se ve que es de

forma muy diferente, y sabe también de modo distinto al comerlo; vive la mayor parte del tiempo bajo

tierra.[4]
Su nombre vernáculo, conejo, proviene del término íbero (o "prerromano", según la Real Academia

Española) kyniklos (kΰνιkλoς), que después derivó al término latino cuniculus, y al español conejo.[5]

Se caracteriza por tener un cuerpo cubierto de un pelaje espeso y lanudo, de color pardo pálido a

gris, cabeza ovalada y ojos grandes. Pesa entre 1,5 y 2,5 kg en estado salvaje. Tiene orejas largas de

hasta 7 cm y una cola muy corta. Sus patas anteriores son más cortas que las posteriores. Mide de 33 a

50 cm en condiciones afables, incluso más en razas domésticas para carne. Todas estas características

que posee ésta especie en estado salvaje pueden variar significativamente según la raza.

Distinguimos los machos de las hembras gracias a su cabeza, más ancha y menos fina que la de las

hembras.

El conejo de conejar mide de 34 a 50 cm (longitud cabeza y cuerpo) para orejas de 4 a 8 cm. Su peso

varía de 1,2 kg a 2,5 kg. Posee una piel dulce de color pardo leonado pelirrojo, a veces colorado que

constituye un camuflaje de elección contra sus depredadores.

La talla de conejos domésticos varía muchísimo de una raza a la otra. El más grande, el gigante de

Flandes, puede alcanzar 8 kg y 80 cm de longitud pero el conejo ariete enano sobrepasa apenas 1 kg, a

veces menos para los conejos extra enanos. La piel originalmente es gris beige - a veces con matices

negros o pelirrojos - un vientre más claro y el fondo blanco de la cola (rabo), mientras que los

conejos domésticos presentan colores muy variados, uniformes, degradados o moteados. Existe cerca de

80 variedades.

Vive en áreas secas próximas al nivel del mar con un suelo arenoso y blando para facilitar la

construcción de madrigueras. Habitan en bosques aunque prefieren campos extensos cubiertos por

matorrales donde poder esconderse. Antiguamente también eran frecuentes en tierras de cultivo aunque

los nuevos métodos de arado incluyen la destrucción de madrigueras de conejos. A pesar de ello, ésta

especie se ha adaptado a la actividad humana viviendo en parques, campos de césped o incluso

cementerios. En ocasiones se encuentran en cultivos agrícolas donde se alimentan de lechuga, granos o

raíces cuyo fin era la ingesta humana.

La abundancia de la especie, se basa, además de en su capacidad reproductora, en su condición de

fitófago con doble digestión, asemejándose a los rumiantes. En efecto, el conejo practica la

cecotrofia, de modo que las heces blandas (cecotrofos), ricas en bacterias y proteínas, son

reingeridas para un segundo tránsito digestivo. Estos excrementos son más frecuentes por las mañanas,

cuando los animales se encuentran en reposo. Como otros lagomorfos, el conejo ha estado considerado

mucho tiempo como un rumiante, con los que no tiene ninguna relación; ello se fundamenta en la

observación del comportamiento del conejo, que pasa largas horas removiendo las mandíbulas de derecha

a izquierda. En realidad, estos movimientos no se explican por la rumia sino por la alimentación en

dos tiempos. Primero, el conejo digiere la hierba que consumió; la celulosa es digerida por las

bacterias Anaerobacter a ácidos grasos volátiles que sirven de nutrientes. Resulta de ello son los

cecotrofos, excrementos verde oliva, blandos y brillantes que el conejo toma de salida del ano y

vuelve a ingerir. Los excrementos finales del conejo son de un marrón oscuro, más gruesos (7 a 12 mm

de diámetro) y duros.

En general seleccionan las plantas compuestas, leguminosas y gramíneas vivaces de escasa talla y con

tendencia a formar céspedes. En invierno su régimen consta de tallos y cortezas de arbustos. Puede

cavar la tierra para encontrar raíces, semillas y bulbos; también es capaz de escalar a arbustos y

matorrales para comer los jóvenes retoños.

Un adulto consume de 200 a 500 gramos de plantas al día. Cuando los conejos están presentes en

densidad importante, su impacto sobre el medio es importante: traban la reproducción de ciertas

especies de plantas pero también, en consecuencia, de animale.

 

este es un conejito este es otro conejo un conejo mas

 

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